Análisis: Pokémon Plata. ¡Viaje a Johto!

Se habla en muchas ocasiones que la mítica consola portátil Game Boy salió al mercado siendo obsoleta a todos los niveles técnicos, aunque como ya la historia de los videojuegos nos ha enseñado, lo importante son los juegos y la forma de vender el producto (y de esto Nintendo es el mayor maestro). Casi 10 años después, al borde del cambio de milenio y el terrorífico «efecto 2000», la sensación era Pokémon gracias a sus versiones Azul y Rojo, junto a Amarillo, que insuflaron de aire a una consola que batió todos los récords posibles.

En mi barrio no iba a ser menos: todo el mundo tenía los álbumes de cromos, veía la serie y estaba expectante ante una película en la que los protagonistas eran el monstruo de bolsillo más poderoso (Mewtwo), y el pokémon que todos tuvimos gracias al famoso truco de la clonación (Mew). Sin embargo Game Freak nos tenía preparado a la vuelta de la esquina dos juegos que mantendrían todo el hype sobre la serie.

Pokémon Plata y Oro llegaron a España ya en 2001 siendo compatible para Game Boy Color y la Game Boy original, en el que nos presentan un nuevo territorio llamado Johto, un lugar repleto de pokémon nunca vistos y nuevas aventuras.

Tal como sería Ash/Rojo, aquí manejamos a un nuevo entrenador que vive apaciblemente hasta que el Profesor Elm (el Prof. Oak de esta región) da a elegir entre tres pokémon a nuestro personaje y así, que comience su carrera para ser el mejor entrenador del mundo. Nada nuevo bajo el sol.

Nada más comenzar podemos ver que gráficamente es un sucesor muy claro de las anteriores entregas, aunque los combates están mucho mejor llevados, siendo los personajes y monstruos mucho más claros y definidos. Pero esto no es lo más llamativo.

Al comenzar y elegir el nombre de nuestro personaje, también deberemos poner fecha y hora dentro del juego: esto hará que juguemos de día o de noche dependiendo en la franja del día en el que nos encontremos. Podría ser algo meramente estético, pero no. Dependiendo de esto podremos encontrar unos pokémon u otros, siendo inviable atraparlos todos si sólo jugamos a la misma hora, ya que hay pokémon que salen aparecerán durante la noche. Puede parecer una tontería pero, en su momento fue increíble este añadido, aunque no fue el único.

Otro de los grandes añadidos fue añadirle género a los monstruos, siendo algunos macho y otros hembras. ¿Para qué?, pues para aparearlos y conseguir pokémon que no se puede capturar por la vía normal, ya que son bebés o pre-evolucionados como Pichu, la versión primera sin evolucionar que luego se convierte en Pikachu y Raichu. 

Independientemente del añadido de la crianza de pokémon, además ahora podemos encontrar bayas repartidas por los arboles de las distintas rutas, además de pokeballs especiales que tienen afinidad para capturar pokémon de distintos tipo o condición como la CeboBall (para pokémon tipo agua) o la PesoBall (que mientras más pesen, mayor es el ratio de captura)

Gracias a todos estos añadidos junto a los dos tipos nuevos de pokémon (acero y siniestro), y lo similar que es en lo visual el viaje a pie, nuestro periplo por Johto se antoja como una auténtica continuación de nuestro anterior viaje por Kanto, con el Team Rocket al acecho para dar un poco de chicha a la historia junto a un nuevo contrincante que es directamente heredero de la personalidad de «Gary», además de conseguir las medallas de gimnasio para cumplir el sueño de entrar en el Hall de la Fama de la Liga Pokémon de Meseta Añil.

Como es habitual en la serie, ser el campeón de la Liga Pokémon no será suficiente, ya que el juego esconde muchos secretos y pokémon difíciles de conseguir además de los legendarios que tantos quebraderos de cabeza nos dieron en la primera generación. Y no servirá conseguir todos los de nuestro juego, ya sea Plata u Oro, puesto que será necesario que un amig@ nos transfiera gracias al maravilloso Cable Link otros pokémon exclusivos de la versión contraria para poder así conseguir a los ansiados 250 criaturas distintas (100 más que en la anterior generación), además de poder utilizar este cable para poder enfrentarnos a nuestros colegas, siendo estos enfrentamientos los más interesantes y verdaderamente desafiantes.

El juego tiene una duración más que aceptable para ser un RPG: unas 30-35 horas para completar la historia, pero completar los extras y la región de Kanto se nos puede ir al doble, y si quieres conseguirlo todo, puede irse a más de 100 horas. Un caso que se puede dar con facilidad gracias al gancho que tiene este juego, y que te pedirá de ti más y más horas gracias a la cantidad de ubicaciones a desbloquear y la cantidad de pokémon escondidos o que sólo se pueden conseguir de una forma concreta.

Y todo por supuesto orquestado por una banda sonora nueva y que te taladra el cerebro con el sonido más que reconocible de una Game Boy a pleno rendimiento.

Voy a ser muy claro: aunque no he jugado todo lo que me gustaría a los juegos posteriores o incluso no he probado Ultrasol o Ultraluna, esta segunda generación de la saga Pokémon merece estar en lo más alto, siendo para mi el mayor exponente de innovación, carisma y profundidad sin perder la sencillez que más adelante se ha ido perdiendo. Pokémon Plata y Oro fueron capaces de reavivar una consola que se negaba a morir con dos títulos que se complementan de maravilla y que dieron pie a que más adelante sacaran la Edición Cristal: para muchos el mejor juego de la franquicia. Sin embargo como os digo me quedo con estas dos versiones por ser juegos que rozan la perfección y que aunque han pasado unos cuantos años, sigue manteniendo su frescura y originalidad para enganchar como pocos.