Castlevania III: Dracula’s Curse, los Belmont encuentran poderosos aliados.

Castlevania es una de las sagas más longevas y reconocidas del mundo del videojuego. Tanto que en poco (el 7 de julio) tendremos una serie de televisión para Netflix dirigida por Adi Shankar (Dredd), quien promete la mejor adaptación del videojuego a la pantalla de la historia: el hype está servido.

Para la serie se ha decidido llevar la historia de lo acontecido en Castlevania III: Dracula’s Curse, un juego lanzado por Konami en Famicom (la NES japonesa) en 1989 y 3 años más tarde en Europa, en el que manejaremos a Trevor Belmont junto a otros 3 compañeros para derrotar al malvado Conde «de una vez por todas».

La saga Castlevania está fuertemente atada a las historias del Clan Belmont, una familia que hereda la misión de mantener al Conde Dracula a raya con el famoso Vampire Killer, el látigo destructor de vampiros. En esta ocasión nuestro protagonista es Trevor, abuelo de Simon Belmont, protagonista de las dos primeras partes de la saga, Castlevania y Castlevania Simon’s Quest, y padre de Christopher Belmont, protagonista también de las entregas para la portátil Game Boy Castlevania: The adventure y Castlevania Belmont’s Revenge, por tanto esta tercera parte es realmente una precuela. Tal es así que el videojuego se retracta del sistema de juego con toques roleros que se adaptaron para Simon’s Quest, y vuelve a los origines con un estilo de juego mucho más «lineal» con claro enfoque a el plataformeo y la acción pura y dura.

Y cuando pongo «lineal» entre comillas es por que el juego como tal es un tira palante, pero tiene unas cuantas ramificaciones que según que camino escojamos, iremos a unos niveles u otros, además de encontrarnos con un aliado distinto para que nos acompañe durante la aventura. Los personajes son: Alucard, hijo del mismísimo Dracula (y futuro protagonista de Symphony of the Night), el cual lanza bolas de fuego y puede convertirse en murciélago, Sypha Belnades con grandes dotes mágicas, y Grant Danasty, capaz de trepar por paredes y techo, e incluso redirigir sus saltos. Esto hace que según personaje y camino escojamos, la aventura cambie casi por completo, y la rejugabilidad está asegurada.

Como personaje principal, Trevor, siendo portador de la Vampire Killer tendremos una jugabilidad similar a los juegos anteriores, látigo en mano y objetos secundarios a recoger a lo largo de los escenarios son lo suficiente para llegar hasta el castillo y acabar con Vlad Tepes, el vampiro. Pero no va a ser un camino de rosas. El juego por suerte tiene una jugabilidad llevada a perfección, por que va a ser necesaria para pasar por todos los niveles que tendremos que superar, en ocasiones con mucho esfuerzo y perseverancia, por que es uno de los juegos de la saga más difíciles de toda su historia, y el más difícil que he tenido oportunidad de jugar en NES. Hay niveles donde todo lo que se mueva puede acabar contigo, y hasta el movimiento más confiado puede ser tu muerte más rápida. Las caídas desde las escaleras, los ataques a traición de murciélagos y medusas desde los laterales, los enemigos con patrones complicados de adivinar y en ocasiones milimétricos saltos entre plataformas harán que te desquicies mientras más te acerques a los aposentos del vampiro. Sin embargo esto contrasta con los enemigos de final de nivel, que pueden ser un dulce postre sencillo al lado de todas las calamidades que has tenido que pasar para llegar hasta ahí.

 

El juego tal como se hacía en la época, dispone de un sistema de contraseñas para poder guardar la partida y que necesitarás escribir en algún lado como en la hoja de detrás del todo de un cuaderno del colegio, ya que además la duración del juego es mucho más amplia de lo que en un principio puede parecer, y con todas las ramificaciones que hay, puedes elegir continuar la partida con distintos personajes.

En el apartado sonoro tenemos composiciones propias para el juego e himnos míticos de la saga como Beginning y Vampire Killer, realizadas por tres compositores de un nivel altísimo: Yoshinori Sasaki, y dos de los miembros iniciales del legendario Konami Kuheiha Club, Jun Funahashi y Yukie Morimoto. Ahí es nada.

El apartado visual está muy bien llevado ,aunque personalmente me resulta que el uso del color no es el mejor que se podría haber usado, aunque con las limitaciones que tenía la máquina en general está muy bien, los escenarios dan ese aire oscuro y tétrico típico de Castlevania, y en lineas generales es mucho más visual que sus dos entregas anteriores.

En definitiva estamos ante el mejor Castlevania de la era 8 bits, que no es decir poco. Un título para rejugarlo hasta la saciedad con todas las posibilidades de elección de personaje acompañante, pero que su duración y dificultad será un auténtico quebradero de cabeza para todo el que decida intentarlo, pero merece totalmente la pena, ya que estamos ante uno de los mejores juegos programados para NES. Un juego que no puedo hacer más que recomendaros y que además os empapará de la historia y estética de la serie de Netflix que en muy poco también podremos disfrutar.